Está considerado uno de los mejores deportistas de su país y una leyenda del WRC. Carlos Sainz, elegido por aficionados y periodistas como el mejor piloto del WRC de todos los tiempos, celebró el miércoles su 61 cumpleaños.
Sainz, conocido cariñosamente como «El Matador», ganó dos veces el título mundial de pilotos con Toyota y logró 26 victorias en el WRC en 196 pruebas disputadas en su carrera. Fue uno de los pilotos más regulares del WRC y consiguió terminar segundo o tercero en el campeonato en nueve ocasiones.
Con una reputación de meticuloso en los detalles y en la preparación perfecta previa a las pruebas, Sainz subió al podio en casi la mitad de los rallyes en los que tomó la salida. Echemos un vistazo a algunos de los momentos más memorables de su ilustre carrera.
Primera victoria
El inicio de la temporada de 1990 para Sainz y Toyota fue frustrante, especialmente en Córcega, donde se encontró un local pasando por el tramo marcha atrás y con un toro errante en el siguiente. Sin embargo, todas esas dificultades se olvidaron en Grecia, cuando se aseguró su primera victoria en el WRC.
Con una diferencia de 25 puntos entre él y Didier Auriol antes del Acrópolis, la estrella madrileña redujo el déficit a sólo cinco con una victoria en una prueba en la que muchos anticipaban que las debilidades técnicas del Celica ST185 quedarían expuestas por la creciente velocidad de las pruebas europeas del WRC.
Sainz tuvo problemas con la dirección asistida y la caja de cambios, pero ambos se resolvieron rápidamente. Su suerte parecía haber cambiado al celebrar su primera victoria en un rallye del WRC, terminando 46 segundos por delante de su antiguo compañero de equipo Juha Kankkunen.
Vencer a los locales
Para la mayoría de los pilotos de rallyes, su primera victoria es el momento más importante de su carrera. Sin embargo, podría decirse que el mejor pilotaje de Carlos se produjo más tarde, en 1990, cuando se convirtió en el primer piloto no nórdico en ganar la prueba del WRC de Finlandia, el Rallye de los 1000 Lagos. No fue sólo la importancia histórica de su victoria, sino cómo la consiguió.
Sainz se había lesionado el tobillo izquierdo en un accidente en los reconocimientos el día anterior a la prueba, y la inflamación era tan grave que tuvo que llevar una zapatilla en el pie izquierdo. A pesar de todo, Sainz rompió los corazones de los finlandeses y, al mismo tiempo, demostró el suficiente temple para ganarse esos corazones rotos.
Sueños de título cumplidos
Ganar su primer título de campeón a los cuatro años de su carrera en el WRC fue un logro monumental para Sainz, al igual que romper el monopolio que los pilotos de Lancia habían tenido hasta entonces sobre la corona de pilotos. Los italianos conservaron el título de constructores hasta 1990, pero por poco.
Angustia en 1998
Cuando su principal rival, Tommi Mäkinen, se retiró en el final de temporada en Gran Bretaña, Sainz sabía que terminar cuarto o más sería suficiente para asegurar el título para él y su copiloto Luis Moya.
Todo iba según lo previsto para el dúo español al llegar al último tramo, con el título a la vista. Pero trescientos metros antes de la meta volante, el motor del coche se paró, acabando con sus sueños de una tercera corona.
Sainz estaba destrozado, pero el enfado de Moya era palpable: primero atacó el motor con un extintor antes de lanzar su casco por la ventanilla trasera.
Regresos impresionantes con Citroën
A pesar de retirarse al final de la temporada 2004, Sainz volvió al WRC con Citroën, que solicitó su ayuda para sustituir al joven belga François Duval. Aunque Duval no tardó en recuperar su asiento, las actuaciones de Sainz con el Citroën fueron impresionantes, y el español, que entonces tenía 43 años, terminó cuarto y tercero de la general, respectivamente, en Turquía y Grecia.
